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Salvando tus Dientes

Endodoncia: Salvando tus dientes y aliviando el dolor dental

La endodoncia, también conocida como tratamiento de conducto radicular, es un procedimiento dental que ha salvado millones de dientes en todo el mundo. Cuando la pulpa dental, el tejido blando en el centro del diente, se infecta o se daña, puede causar un dolor intenso y requiere atención inmediata. En este artículo, exploraremos en detalle qué es la endodoncia, cuándo es necesaria, cómo se realiza el procedimiento y qué beneficios ofrece.

¿Qué es la endodoncia? La endodoncia es un tratamiento dental que se realiza cuando la pulpa dental está inflamada, infectada o dañada. Esta afección puede ser causada por caries profundas, fracturas dentales, lesiones traumáticas o enfermedades de las encías que han progresado hasta el interior del diente. La endodoncia implica la remoción de la pulpa afectada, la limpieza y desinfección del conducto radicular y la posterior obturación y sellado del conducto. Este procedimiento permite salvar el diente y evitar su extracción.

¿Cuándo es necesaria la endodoncia? La endodoncia se realiza cuando la pulpa dental está comprometida y no puede sanar por sí sola. Los síntomas que indican la necesidad de un tratamiento de conducto radicular incluyen dolor dental intenso y persistente, sensibilidad a los alimentos o bebidas calientes y frías, hinchazón en la zona de la mandíbula y una sensación de presión en el diente afectado. Si experimentas alguno de estos síntomas, es fundamental buscar atención dental de inmediato para determinar si la endodoncia es necesaria.

El procedimiento de endodoncia generalmente se lleva a cabo en una o dos visitas a la clínica dental, dependiendo de la complejidad del caso. En primer lugar, el dentista realizará radiografías para evaluar el estado del diente y determinar la extensión del daño. Luego, se administra anestesia local para asegurar la comodidad del paciente durante el tratamiento.

Una vez que el paciente está adormecido, se coloca un dique de goma alrededor del diente afectado para mantener el área aislada y libre de saliva y bacterias. A continuación, se realiza una apertura en la corona del diente para acceder a la pulpa dental.

El dentista removerá la pulpa infectada y dañada, limpiará y desinfectará el conducto radicular y lo modelará para recibir un material de obturación. Por lo general, se utiliza gutapercha, un material de caucho termoplástico, para llenar el conducto y sellarlo de manera efectiva.

En algunos casos, puede ser necesario dejar el diente sin sellar temporalmente para permitir que la infección se cure antes de completar el tratamiento en una visita posterior. En este caso, se colocará un medicamento antibacteriano en el conducto para prevenir cualquier infección adicional.

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